viernes, 2 de septiembre de 2011

JEAN- MARIE PFAFF UNO DE LOS GRANDES PORTEROS DE LA HISTORIA DEL FUTBOL MUNDIAL


Alguien dijo alguna vez que sonreír es la mejor manera de enseñarle bien los dientes al enemigo. Nadie sabe a ciencia cierta si Jean-Marie Pfaff conocía dicha afirmación, pero lo que sí es verdad es que la sonrisa y el buen carácter del mítico ex guardameta belga son casi tan célebres como las extraordinarias cualidades que demostró cada vez que se colocó entre los tres palos.

No existe ningún punto en el reglamento que obligue al portero a mostrarse siempre serio y distante sobre el terreno de juego, y eso lo sabía muy bien Pfaff, que se convirtió en el mejor cancerbero que nunca haya dado el fútbol belga sin, de vez en cuando, dejar de sacar a relucir su vena más simpática y bromista. Todo el mundo disfrutó con Pfaff en el campo, todo el mundo menos los delanteros contrarios, por supuesto.

Semi profesional en el Beveren

Como si estuviera predestinado a convertirse en futbolista, Jean-Marie Pfaff, nacido el 4 de diciembre de 1953 en Lebbeke (Bélgica) creció junto a sus once hermanos y hermanas. Los mayores se pasaban el día jugando a fútbol, por lo que él también se enganchó, y pese a que durante toda su etapa escolar siempre fue de los más bajitos de la clase, tuvo claro desde el primer momento que quería ser portero.

No había mucho más que hacer que jugar a la pelota en aquel pueblecito situado al norte de Bruselas y la calle fue el primer terreno de entrenamiento del pequeño Jean-Marie, que sufrió el mayor golpe de su infancia cuando perdió a su padre, en 1965. Había que seguir adelante, por lo que, paralelamente a su pasión y crecimiento como futbolista, el entusiasta Pfaff trabajaba en correos durante la jornada y se entrenaba a última hora de la tarde con el Beveren, el club en el que se formó y debutó bajo los palos en 1973. Nuestro protagonista se dio a conocer en esta entidad semi profesional, en la que no había ni siquiera presupuesto para pagarle unos guantes. Fue él mismo quien se los tuvo que comprar durante aquellos años en los que el legendario técnico Guy Thys le hizo debutar, en 1976, con la selección belga.

Copa, Liga e internacional

En la portería de los ‘Diablos Rojos’, Pfaff sustituyó a su ídolo Christian Piot, verdadera institución en aquellos lares. Y en una selección como es la belga, en la que los valones (del Sur) no entienden el neerlandés al tiempo que los flamencos (del Norte) casi no hablan francés –el propio Pfaff reconoce expresarse muy mal en ese idioma- el lenguaje del fútbol, aunque suene a topicazo, tenía que convertirse en predominante. Y, de alguna manera, así fue, puesto que Guy Thys consiguió construir un equipo temible, en el que destacaban, además de Pfaff, jugadores como Eric Gerets, Jan Ceulemans, René Vandereycken, Franky Van Der Elts o Luc Millecamps.

Partido a partido, el joven Jean-Marie seguía creciendo como guardameta. En 1978, tras una apasionante final ante el Charleroi, el Beveren (2-0) conquistó la Copa de Bélgica, el primer título importante de su historia, siendo elegido Pfaff mejor futbolista belga del año, y en la temporada siguiente llegó el primer título de liga de la entidad. El nombre del portero sonriente del pelo rizado –al que siempre le gustó recolocar a su defensa a grito pelado- iba de boca en boca mientras que en 1980 el desaparecido club del Waterschei, que más tarde contribuiría a la creación del Genk, le impidió en el último peldaño sumar una nueva Copa belga.

El guardián de los ‘Diablos Rojos’

La Eurocopa de Italia 80 fue la primera gran competición de Pfaff con la selección
belga, y no pintaba precisamente fácil ya que en su mismo grupo coincidieron Italia, Inglaterra y España. Gracias a la curiosa configuración del torneo, que calificaba para la final a los líderes de cada uno de los dos grupos de cuatro, sendos empates ante ingleses (1-1) e italianos (0-0), sumados a una victoria (2-1) ante la ‘Roja’ les llevaron directos hasta el partido decisivo, en Roma, en el que un doblete de Horst Hrubesch (2-1) le dio el título a la RFA.

Después de aquella brillante Eurocopa pasaron dos años hasta que llegó el Mundial de España 82. Jean-Marie Pfaff estaba en plena forma, sus bromas en la concentración del equipo eran moneda corriente y en el partido inaugural, en un Camp Nou abarrotado, él y sus compañeros le gastaron una buena a la Argentina de Maradona, vigente campeona mundial. Contra todo pronóstico un solitario gol de Vandenbergh derrotó a la Albiceleste, que cayó eliminada en la siguiente ronda. Igual suerte corrieron los propios belgas, que acabaron primeros de grupo -Pfaff jugó ante El Salvador (1-0) y Hungría (1-1)- y quedaron últimos en su grupo de segunda ronda -sin Pfaff- perdiendo ante Polonia (3-0) y la URSS (0-1).

Esplendor en Baviera
Justo después de su primera gran cita mundialista, la familia Pfaff -él, su mujer Carmen y las tres hijas de ambos- hizo las maletas y se mudó a Múnich. El Bayern andaba buscándole un sucesor al legendario Sepp Maier, retirado tres años antes, y lo encontró en Jean-Marie, que pudo por fin dedicarse a tiempo completo a su oficio de guardameta. Y lo hizo en cuerpo y alma, ya que, no saciado con los exigentes entrenamientos con el equipo, se hizo construir un gimnasio en el sótano de su casa, en el que pasaba tardes enteras. Su primer título con el Bayern coincidió con el inicio de la segunda etapa de Udo Lattek en el club, en la temporada 1983-84. Fue una Copa ante el Gladbach de su futuro compañero Lothar Mathaus.

Posteriormente, y tras una decepcionante Eurocopa 84 en Francia en la que Bélgica cayó eliminada en primera ronda y en la que los anfitriones le hicieron una ‘manita’ a nuestro protagonista -con triplete de Michel Platini incluido- siguieron los triunfos con el Bayern: Los bávaros ganaron la liga en 1985 y firmaron un esplédido doblete liga-copa al año siguiente.


Apoteosis mexicana y fin de fiesta

Pero el mejor momento de la carrera de Pfaff fue en el Mundial de México 86. A los belgas les tocó un grupo fácil -Irak, Paraguay y el propio México- y pese a que tan sólo superaron (2-1) a los primeros, empataron (2-2) ante los guaraníes y perdieron (2-1) contra los anfitriones, pasaron de ronda, al ser uno de los cuatro mejores terceros. En octavos se las vieron con la potente URSS, en un gran partido que acabó con prórroga y un espectacular 3-4 final para los belgas.

En cuartos, los ‘Diablos Rojos’ se enfrentaron a España, que acababa de golear (1-5) a Dinamarca con cuatro tantos de Butragueño. El partido, que acabó 1-1 gracias a un gol de Señor a cinco minutos del final, se decidió desde los once metros, y ahí Pfaff, que no era precisamente manco atajando penaltis, fue decisivo parando el tiro de Eloy Olaya. Después no importó que el rival en semis fuera Argentina, y que Maradona hiciera el partido de su vida (2-0) y se ‘vengara’ de la derrota de cuatro años atrás. Y tampoco tuvo importancia que Francia les superara (4-2) en la final de consolación. Aquella cuarta plaza mundialista les llevó directamente al olimpo del deporte belga y al corazón de todo un pueblo, que les recibió como auténticos héroes a su regreso a Bruselas.

Tras la apoteosis mexicana, Jean-Marie Pfaff siguió triunfando en el Bayern. En 1987 ganó su tercera Bundesliga, levantó la Supercopa alemana y fue nombrado mejor portero del mundo. Y a punto estuvo de redondear la fiesta con un título de campeón de Europa en el Prater vienés si no hubiera sido por el Oporto de Madjer (2-1), que le marcó de tacón uno de los goles más inolvidables de toda su carrera.

Pese a tener un año más de contrato, ‘El Simpático’, como le acabaron llamando en Bélgica, dejó el Bayern en septiembre de 1988 y fichó por el Lierse belga, antes de apurar un último año en activo la temporada siguiente en las filas del Trabzonspor, con el que disputó -y perdió- una final de Copa de Turquía.

Jean-Marie Pfaff colgó los guantes con 36 años. En la temporada 1998-99 vivió una corta experiencia en el banquillo del Ostende pero, aunque no lo descarta en un futuro, no siguió por esa vía. Recientemente, con el tiempo que le dejan sus ocupaciones televisivas y sus múltiples relaciones laborales con diversas empresas, apoyó la candidatura conjunta de Holanda y Bélgica para el Mundial de 2018, que al final se llevó Rusia. Pero no se preocupen, ni por ésas perdió su inconfundible sonrisa.

Fuente: www.donbalon.com

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