viernes, 9 de marzo de 2012

ANDRES JUNQUERA, UN TROFEO ZAMORA TRAS LA BARRA DEL BAR


Durante nueve temporadas vistió de blanco. Después llegaron las lesiones, que le retiraron con sólo 31 años, y buscó tras la barra de un bar su sustento económico. Un establecimiento que cierra para ver jugar a su otro equipo del alma, el Unión Popular de Langreo, del que es socio. «Salvo que haya partido del Real Madrid a la misma hora», matiza Junquera. En la actualidad, disfruta del deporte 'rey' desde la grada. Sufre artrosis y lleva una prótesis en una de sus rodillas. A pesar de los dolores y de las operaciones, ve y vive el mundo con optimismo. Una fuerza y entereza que demostró como jugador.
Se aficionó al fútbol desde guaje. «No teníamos otra cosa que dar patadas a un balón y como no había una peseta para comprar una pelota la hacíamos nosotros mismos con unos calcetines o con papel de periódico», cuenta. Jugó y se formó en el Cruz Blanca de Lada, su primer equipo. Y de ahí pasó con 18 años a una entidad puntera en Asturias, el Círculo Popular de La Felguera -que tras su fusión con el Racing de Sama, hoy sigue en liza como el Unión Popular de Langreo-, donde apenas estuvo jugando temporada y media.
Un día recibió la llamada del que, en aquella época, ya con la fusión realizada, era el presidente del Langreo. Tenía que estar preparado. A las siete de la tarde se iban de viaje. Cuando llegaron a Madrid, pararon a dormir. «A la mañana siguiente creía que seguiríamos el viaje», dice Junquera. Pero se equivocaba: «Me llevaron al Santiago Bernabéu. Allí me preguntaron por el número de botas que calzaba, me dieron unas y a entrenar».
Estuvo diecisiete días a prueba y después firmó su primer contrato con el Real Madrid. Un equipo, el de los 'Yeyés', que meses antes se había proclamado por sexta vez campeón de Europa tras ganar al Partizán (2-1). Así empezaba, en 1966, su carrera como profesional: «Era un sueño para mí llegar al Real Madrid. Mejor que eso no hay nada».
Algún que otro problemilla con el entrenador del Real Madrid, el recientemente fallecido Miljan Miljanic, le llevó a tomar unas de las decisiones más duras de su vida: dejar el equipo. «Me dio mucha pena, pero no quería que la situación llegara a mayores así que decidí hablar con Santiago Bernabéu para que me dejara marchar», narra Junquera.
Así terminaban nueve temporadas como 'merengue' en las que ganó cinco Ligas, tres copas del Rey y un trofeo Zamora al portero menos goleado. «No tengo más que buenos recuerdos. Estaban pendientes las 24 horas de nosotros para que no nos faltara de nada y sólo nos preocupásemos de jugar», destaca.
Allí hizo muy buenas amistades, entre otros con Miguel Ángel González Suárez, Antonio Ruiz o su amigo, jugador de equipo y compañero de habitación Amancio Amaro. Además, aprendió a ser mejor portero gracias a los consejos de otro 'grande', José Araquistáin. «Llegué al Real Madrid con unas facultades físicas muy buenas, pero técnicamente era muy pobre y él me enseñó a despejar con la mano el balón, a cerrar el puño. Tuvo mucha paciencia conmigo. Antes no existía la figura del preparador de porteros», precisa. Tampoco se olvida de sus rivales, especialmente del Atlético de Madrid que, por entonces, asegura Junquera, siempre les dio mucha guerra, y del Fútbol Club Barcelona. «En aquella época, el Barcelona se conformaba con ganar al Madrid y nosotros, con ganar la Liga», sentencia.
Rotura de menisco
El Zaragoza fue su último destino. Llegó en la temporada 1975-1976, con el equipo a punto de descender, pero lograron salvarse. Fue una campaña muy buena para Junquera, pero una terrible lesión en la rodilla le costó su carrera profesional. Se rompió el menisco y algo más que las pruebas no supieron determinar. A pesar de la operación, la rodilla no mejoró y tras dos años y medio dijo adiós al fútbol.
Colgó las botas y nunca más ha vuelto a pisar un terreno de juego, pero eso no le ha impedido seguir disfrutando de este deporte que ha cambiado con el paso de los años. «Los balones son distintos, el reglamento. Ahora -apunta Junquera- los jugadores son física y técnicamente muy buenos. Y los sueldos que cobran también han cambiado. Antes por hacer publicidad no te pagaban nada», precisa.
Admira a Cristiano Ronaldo, de quien dice «es el mejor jugador del mundo» y sobre Mourinho opina que le encanta como entrenador, aunque «no estoy de acuerdo en todo lo que hace». Su sueño ahora pasa por volver a ver al Madrid ganar la Liga, ya sea en las gradas del Bernabéu o en la televisión, en su bar, acompañado desde luego por sus fieles parroquianos.
Fuente: www.elcomercio.com

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