lunes, 24 de enero de 2011

ARMANDO, EX PORTERO DE CADIZ C.F Y ATHLETIC, AHORA E.P EN LEZAMA: "HECHO DE MENOS LA COMPETICION"


Habla con pasión. De su pasado, horas disfrutadas en el vestuario del Athletic. De su presente, como entrenador de porteros en la factoría de Lezama (dirige a los metas de los dos equipos cadetes); como padre de dos chavales, también futbolistas, a los que ha 'recuperado' y en los que invierte múltiples horas del día y del fin de semana, y como 'asesor' de sus ex colegas en la caseta rojiblanca. Armando Ribeiro (Sopelana, 16-1-1971) destila entusiasmo y energía en esta conversación. Nueve meses después de su retirada, se mantiene fino físacamente, y mezcla los tiempos verbales, como si fuese uno más del vestuario de Caparrós.

-¿Ya se ha adaptado a su nueva vida?
-Sí. Estaba mentalizado. Sabía lo que me venía y me tenía que amoldar. Cuando uno toma una decisión tan importante como retirarse sabe las consecuencias. Y lo he aceptado bastante bien.
-Llevaba varios años planteándose el adiós, ¿por qué esta vez sí?
-A partir de los 30 años, el entorno del fútbol es muy riguroso con la edad. Siempre te están catalogando...
-Un portero tiene una vida más larga...
-Si cuando vine aquí, con 37, que me encontraba genial, ya parecía que era mayor. ¡Y áun era un crío!
-¿Se veía con fuerzas para seguir?
-Sí, sí, sí. Me encontraba perfecto para seguir tanto mental como físicamente. Pero el Athletic me dio la opción de quedarme.Y uno ya no tiene que pensar en sí mismo. Fui lo menos egoista posible. Es decir, mi familia se había estabilizado en casa tras muchos años fuera. Mis hijos ya cogen la rutina de aquí, aprenden euskera, vuelven a estar con sus amigos... Yo no puedo tocar esto. ¡Joé!, esta es mi casa, he nacido aquí y, por circunstancias, te marchas fuera, pero mi intención siempre era regresar.
-El Athletic le hizo una oferta para entrenar en Lezama. ¿Y otros equipos le tentaron para jugar?
-Sí, tuve ofertas para seguir a nivel profesional. En clubes majos y me hizo una ilusión tremenda porque la gente se acordaba de mí, me seguía valorando... Pero si se toma una decisión se toma con todas las de la ley.
El nudo en la tripa
-¿Echa de menos preparar la mochila cada mañana e ir a Lezama?
-Echo de menos a mis compañeros. Echo de menos competir... Porque si he aguantado tanto es porque me gustaba lo que hacía.
-De hecho, ya aseguró que sus compañeros eran su «gasolina».
-Ellos me hacían que cada día compitiese mejor. Me valoraban. Me gustaba demostrarles que estaba al 100%. Y ellos, encima, con una gratitud tremenda me decían: 'Jo, Arman como estás; el chavalín...'. Les echo mucho en falta. Y eso que quedo bastante con ellos.
-Y va a Lezama todos los días.
-Pero el contacto diario es tremendo. Porque al final una plantilla es una pequeña familia, compartes momentos muy buenos, regulares y malos. Sobre todo recuerdas cuando vienen y te ayudan, te dan una palmadita en la espalda porque la necesitas, o tú das un buen consejo porque ves a uno que está un poco más tristón... O te piden consejo. Yo me he sentido muy valorado en esta plantilla.
-¿Es el mejor vestuario en el que ha estado?
-Es especial. En Cádiz estaba con once sudamericanos. Son vestuarios en los que hay muchos extranjeros, competitivos, pero van a lo suyo. Aquí el que no juega anima como el que más. Les tengo un cariño terrible. Me recibió con los brazos abiertos. Echas en falta eso y competir. Competir se echa mucho en falta. El otro día jugué el primer partido de la Liga indoor y estuve todo el día con el nudo en la tripa, que hacía mogollón de tiempo que no lo sentía, y estaba más feliz que la leche. Me lo tomé muy en serio, como si fuera un partido profesional, con mi música...
-Queda con sus compañeros. ¿Le piden consejo?
-Hablamos de todo. Alguno que no lo está pasando bien, sí que habla conmigo y me siento muy agradecido de que, a pesar de estar fuera, se acuerden de mí para comentarme su situación y darles un empujoncito de energía.
-¿Va a San Mamés?
-Sí.
-¿Y cómo se siente?
-Muy nervioso. Muchas veces me pongo a recordar partidos que he jugado, y me acuerdo de alguna parada, de alguna cosita que me ha salido bien, y cómo la gente me veía desde la grada estando yo dentro.
-Habla de recordar, ¿cuál es el mejor recuerdo que tiene desde que llegó a Bilbao?
-¡Hay tantos! Uno de los grandes recuerdos es cuando entro al autobús en el primer viaje, después de estar tres días aquí, y no sabía ni dónde sentarme. Y Koikili me dice que me siente al lado suyo y ese asiento lo hemos compartido durante tres temporadas. Y a día de hoy, en muchos viajes tengo una llamada de teléfono diciéndome: 'Arman, que no estás aquí a mi lado, cómo me acuerdo'.
-¿Y el peor momento?
-Cuando me pegaron el 'botellazo'. Sin duda. Más por el hecho del 'botellazo', porque mis hijos estaban viendo el partido, el disgusto que se llevaron...
-Volvamos a su nueva vida. ¿Qué hace por las mañanas?
- Organizo los entrenamientos de la tarde. Soy una persona muy activa, tengo varios hobbies...
-Habrá recuperado cosas que tenía arrinconadas.
-Claro. Me gusta el surf desde que era un crío. Me meto todos los días que puedo y lo comparto con mis amigos. También viajo por ahí para meterme en otras playas. Quedo con ex compañeros del Athletic y el Barakaldo para jugar al pádel. Siempre he leído mucho y mantengo esa afición.
-Agradecerá poder estar más tiempo con su familia.
-He recuperado los fines de semana, aunque estos últimos años no he jugado, siempre he sido superprofesional, he estado tranquilo... Si no estaba viajando estaba en casa con mi familia. Pero ahora me puedo ir a cenar, al teatro, al cine... Puedo planificar un fin de semana y marcharme por ahí.
-¿Va con sus hijos a San Mamés?
-Claro. Tengo la suerte de que les encanta el fútbol. ¡Son más del Athletic que yo! Hablamos siempre, me preguntan muchas cosas. Gracias a Dios tuve los chavales joven y puedo compartir con ellos muchas cosas: ir al fútbol, hablar de fútbol...
-¿Hacían de críticos con usted?
-Sí. Pero lo que más he visto de ellos es que me admiraban. Y ellos estaban como locos porque hiciese buenos partidos, porque la gente no se da cuenta, pero para ellos es duro luego ir a la ikastola si no te ha salido un buen partido.
-¿Han sufrido?
-Han pasado momentos duros. Los niños son crueles. A mí me han dicho días de que no querían ir a la ikastola o a la escuela en Cádiz porque se sentían mal, porque me habían metido cuatro goles o no había estado bien.
-¿Y lo pasó mal en su último partido, contra el 'Dépor'?
-No. Me lo tomé como uno más. Estaba tan agradecido al Athletic y a Caparrós por darme la oportunidad de venir a Bilbao, de jugar, de poder seguir encima aquí. Si para mí ha sido grande venir al Athletic, más grande ha sido lo que me ha dado después. Mucho más. Estaba tan agradecido que quería que supiesen que hasta el último minuto de mi carrera me lo he tomado en serio.
-¿Siempre ha estado conectado pese a no jugar?
-Sí. Es que es mi obligación y la gente se ha quedado con esa sensación.

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