Siempre a la sombra de uno o dos porteros con vitola de titulares, Diego de Miguel se despide del Numancia de manera silenciosa, casi invisible, como ha desarrollado su carrera en el club soriano. Sin hacer ruido.
Trabajador y profesional pese a que su destino al finalizar cada semana era la grada y a lo sumo el banquillo, al soriano no se le recuerda un mal gesto ni una declaración altisonante durante sus años bajo la disciplina numantina. Su postura, sin embargo, no se debe interpretar como la de la resignación o el conformismo sino como la del trabajo silencioso, alejado de las estridencias y el afán de protagonismo.
De la misma camada de canteranos que Mario Martínez, el portero de los ascensos juveniles del Numancia, de la mano de Pablo Machín, ha contado con menos oportunidades que el resto de sus compañeros de promoción que alcanzaron el primer equipo, el propio Mario, Pavón o Rafa Jordá.
Desde que debutó en Primera división en la temporada 2004-05, con Máximo Hernández en el banquillo, solo ha disputado cinco encuentros de Liga y dos de Copa. Escaso historial para presentar como aval para una renovación. «El club ha optado por una decisión, totalmente respetable. Me hubiera gustado seguir, pero no he jugado apenas y me he pasado varios años en blanco», señala el portero, que ahora debe buscar un destino nuevo para seguir con su carrera profesional.
«Soy consciente de que no es lo mismo jugar un par de partidos esta temporada que haber disfrutado de más de cara a mirar un posible destino. Mi representante está trabajando en el tema. Debemos ser coherentes y seguro que es más factible encontrar acomodo en Segunda B que en Segunda», asumió.
Fuente: www.heraldodesoria.es
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