Habían pasado dos semanas desde que cumpliera 19 años. Apenas unos días desde que ganara su primera Liga de Campeones con el Real Madrid. Y aún le quedaban motivos para celebrar: un 3 de junio del año 2000, Íker Casillas debutaba en Gotemburgo vistiendo la camiseta de la selección española.
Aquel día José Antonio Camacho también se sentaba el banquillo, aunque ayer lo hiciera en el de China. El técnica de Cieza, a quien señaló junto a Del Bosque como el entrenador que más ha marcado su carrera, fue el encargado de dar la alternativa entre los «mayores» a ese portero que sólo unos meses antes había irrumpido con estruendo en la escena del fútbol nacional.
Acudió como aprendiz de Molina y Cañizares, y fue el rojiblanco quien le dio paso en el campo. Aún le quedaba mucho por aprender, como demostraría en la media hora que estuvo sobre el césped del estadio Ullevi. Además de mostrarse inseguro en los balones por alto, cometió un penalti sobre Ljungberg que significaría el definitivo empate a uno. Su primer verdugo se llamó Roland Nilsson.
Tres meses más tarde, llegó su debut en partido oficial. Fue en Sarajevo, donde la selección comenzó con una victoria sobre Bosnia (1-2) su camino hacia el Mundial de Corea y Japón. Sobre suelo asiático obraría su primer «milagro», atajando tres penaltis (dos en la tanda de desempate) en los octavos de final contra Irlanda.
Líder de la selección
Los penaltis, tan ligados a su leyenda. Su extraordinaria actuación contra Italia en la Eurocopa en 2008 ayudaría a destrozar para siempre la maldición de los cuartos de final. Obtuvo la mayor recompensa posible en Austria, levantando aquel trofeo Henri Delaunay que cambió la historia de la selección.
Privilegios de capitán, honor que estrenó en 2006, también ante Suecia y por ausencia de su compañero Raúl González. Establecido entre los mejores guardametas del mundo, su participación ha sido crucial durante la época dorada de la selección española, un periodo que encontró su cúlmen (pero no su final) en el Mundial de Sudáfrica. Él fue también quien levantó al cielo el título de campeones del mundo en el estadio Soccer City.
En Johannesburgo, España ganó esa estrella en el pecho que ayer donó a la ONG «Save The Children» para luchar contra la mortalidad infantil. Por esta razón, todos los jugadores jugaron ante China sin el emblema que les distingue como campeones del mundo (a excepción de Fernando Llorente, que ya había donado la suya).
Un motivo más para marcar ese partido de preparación para la Eurocopa contra el combinado asiático. «Pasados doce años, nos volvemos a encontrar el mismo día que debute: Camacho, Vicente Del Bosque y yo. El primero como seleccionador de China, el segundo como seleccionador español y yo como aquel chaval que salió al campo ese día y que cumplió un sueño. Y por suerte, lo sigo cumpliendo», subrayó en las redes sociales.
Doce años después y en Polonia y Ucrania, Casillas tratará de ser el pilar sobre el que la selección pueda soñar con pasar a la historia encadenando dos Eurocopas y un Mundial.
Fuente: www.abc.com
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