--Salió de Bolivia relativamente mayor.
--Todo fue sorpresivo. Salí por un accidente, que fue haber dado un pisotón a un árbitro. No fue premeditado, sino algo de una calentura en un partido. Me surgió la posibilidad de trabajar en Israel y no lo pensé dos veces. Dos años antes había fallecido mi padre, una persona que me inculcó mucho, me ayudó bastante, era mi apoyo, le encantaba el fútbol. Me salió la posibilidad de ir a Israel y pensé: pues allí también lo podré ver --a mi padre--. Lo voy a ver porque Jerusalén es la ciudad de Dios. Y con esa intención me fui. Llegué y, desgraciadamente, no lo pude ver, porque la muerte es así. Se fue de este mundo y después empecé con lo futbolístico. Gracias a Dios, todo salió bien.
--Y fijo en la selección.
--No soy tan joven, pero debo aprovechar la oportunidad que Dios me ha dado. A los 21 años debuté en la selección y no me pude mantener porque era muy inmaduro, tenía aún muchos errores, pero la ilusión de ir al exterior siempre la tuve, siempre mantuve la llama encendida de ir al extranjero. Estoy consolidado en la selección, de los últimos 18 partidos de Bolivia jugué 13, dos de ellos me los perdí por la muerte de mi padre y otros dos por una fractura de tibia. Todo lo que he soñado últimamente lo he cumplido y ojalá siga cumpliendo lo que sigo pensando.
--Se le ve una persona espiritual, religiosa. Se le vio antes del partido del sábado, rodilla en tierra, rezando. Unión con Dios y con su padre, supongo.
--Siempre. A él le encantaba el fútbol. No fue profesional. Su equipo era el Portachuelo, que es donde nací yo. Mi madre era la que quería que estudiara y dejara el fútbol, pero teminó subiéndose al carro (ríe). Mi padre siempre lo llevo en la mente y en el corazón. Yo digo que siempre va conmigo porque además llevo en la media su fotografía. Me encomiendo a Dios para que me cuide a mí, a los jugadores de mi equipo e incluso a los del rival, porque lo más importante es tener salud y poder trabajar en lo que a uno le gusta y estar sano, no lesionado. Vivimos de esto y el resultado vendrá solo. Lo más importante es la salud y que nos divirtamos en el terreno de juego. Dios, luego, decidirá qué es lo que debe ocurrir con el resultado.
--Dios echó algo más que una manita contra Argentina con el 6-1.
--(Sonríe) Fue muy especial. El partido anterior en Colombia habíamos perdido 2-0 y estábamos prácticamente eliminados del Mundial. La gente nos dio duro en La Paz. Incluso antes del partido decían: "Nosotros no vamos a ver más que a la selección Argentina, a Tévez, a Messi...". Nosotros estábamos tranquilos y queríamos la revancha. La única forma de estar tranquilos era ganarle a Argentina. Si te digo que íbamos a golear sería mentira. La mentalidad era ganar como fuera. Pusieron como excusa (los argentinos) la altura, pero luego, en la Copa América, nos empataron casi al final, cuando íbamos ganándole nosotros. Así que la altura no juega sola. Le dimos una alegría inmensa a la gente. Ese es el fútbol. No somos una potencia en fútbol así que debemos aprovechar estas alegrías.
--¿Qué le ha llamado más la atención en el Córdoba?
--Que es muy joven. El Maccabi Netanya había estado dos años antes de llegar yo en la Europa League con Lothar Matthaus y dos años después estaba económicamente en una situación terrible, con jugadores de 18 o 19 años. Contrataron también jugadores de Segunda, tenía el menor presupuesto de la competición. Con mucho trabajo, como ahora, terminamos sextos en una liga de 16 y fuimos el equipo revelación. Por un punto no nos metimos en la Europa League y me da ilusión porque en Córdoba salgan las cosas así de bien. En Israel tuve esa experiencia y dos de aquellos jugadores fueron vendidos luego al equipo más grande de Israel, el Maccabi Haifa.
--¿En qué compañero se ha fijado más en estos días?
--En muchos. Hay bastantes técnicos. Pero a mí me gustan los jugadores de lucha, de garra, como Patiño. Es un jugador de muchos huevos, como se dice en América. Un jugador así se necesita, es un muy buen chico, y eso que viene de Tercera. Tiene mucha hambre. No es que los otros no la tengan, pero es el que más me llama la atención.
--¿Y con sus compañeros de la portería?
--Muy bien. El titular puede ser Alberto (García), Antonio (Sillero) o yo. Bien. El que mejor lo haga será el que juegue y eso lo sabemos los tres. En el Córdoba nadie tiene el puesto comprado. Lo único que tenemos seguro en esta vida es la muerte.
Fuente: www.diariocordoba.com
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