domingo, 6 de marzo de 2011

GRAN PARTIDO DE TONI DOBLAS ANTE F.C BARCELONA


Es en este tipo de partidos donde los porteros salen señalados o encumbrados. Unas veces se chupan en primera persona el aluvión de fútbol del Barça. En otras -las menos-, reclaman su valía ante los ojos de quien sea. Ha sido casi siempre así. En Barcelona y en Madrid se pasa por estos riesgos. Una tarde de inspiración azulgrana en el Camp Nou puede destrozar el prestigio de cualquiera, sin que por ello quepan particulares culpas. Sucedía con el equipo de Johan Cruyff, en los años 70, pasó con el 'Dream Team' y ocurre ahora con los herederos de ese estilo preciosista y fabuloso. También el equipo de Schuster y Maradona tenía esa potencia fenomenal de fuego, de la misma manera que la poseyeron otras versiones del Barcelona que terminaban en las botas de Gary Lineker, del Brujo Quini, de Alan Simonsen o de Hans Krankl. Quizá ante la máquina de hacer fútbol más perfecta que se haya diseñado, el actual Barcelona de Messi, Xavi e Iniesta, Toni Doblas supo estar con el aplomo de los grandes guardametas, sin nervios ni presión, con la entereza de quien sabe que va a ser parte importante de la suerte colectiva y, sin embargo, acepta la presión como una manera de exigirse más.

A estas alturas, a Toni Doblas no le hace falta ningún tipo de demostración. Bastante ha corrido y trotado en el mundo del fútbol. Ha pasado por casi todos los estadios de su condición, por no decir que por todos: por la gloria y por el ostracismo, por el de la preferencia del gusto de los técnicos y por el rechazo más o menos evidente, por la Primera y por la Segunda, por las filas del paro y por una llamada de regreso a lo que él siempre ha deseado más: jugar y ser útil a una camiseta, a un club. Pero, en todo caso, a nadie le viene mal un partido como el que él firmó ayer en el Camp Nou. Se dijo a sí mismo y reveló a todo el mundo que sigue siendo un guardameta de primer nivel, por más que se encuentre en su trayectoria de los últimos años un paso por las filas del paro obrero, una estancia en Segunda División (en el Huesca) y una considerable inestabilidad en la portería del Real Zaragoza. El que tuvo, retuvo. Anoche, Doblas fue el último de los siete u ocho cerrojos que dispuso Javier Aguirre en el Camp Nou. Paró prácticamente todo: por arriba, por abajo, de cerca, de lejos, balones intencionados y malévolos, pelotas directas y esféricos casi imposibles. Su recital como guardameta lo eleva a una categoría que Aguirre entregó en un principio al argentino Leo Franco, con quien ya había convivido en el vestuario del Atlético de Madrid y del que, por tanto, tenía más referencias directas. Aunque nunca se fue, Toni Doblas ha regresado.


Fuente:www.elheraldo.es

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