A Víctor Valdés hay dos cosas que le ponen enfermo. Y ante ambas el portero blaugrana tiene un remedio. La primera es que se hable mal de un compañero en su presencia y la segunda es que le metan un gol. Ante la primera circunstancia, Víctor echa mano de su planta, de su carácter y de toda la intimidación que puede llegar a articular, que si se pone, es mucha. Ante la segunda, el remedio no está en su mano.
Dicen los que le conocen bien que cuando encaja un gol, además de que su equipo marque, lo que quiere Víctor es que le chuten muchas veces. Que le vuelvan a poner a prueba. Una, veinte, sesenta veces. Que le busquen más para poder demostrar su calidad, y, por encima de todo, quedarse con la conciencia tranquila. Su peor pesadilla es que le marquen un gol y no le vuelvan a chutar en todo el partido.
A los futbolistas les cuesta conciliar el sueño después de los partidos y Víctor no es una excepción. Pero si el partido no ha salido perfecto, al portero del Barça se le presenta una noche de insomnio sin remisión. En casa, sólo se dedica a repasar mentalmente una y otra vez el partido y cuenta las horas para volver al campo de entrenamiento. Es ahí donde descarga toda su tensión y donde lo da todo. Fue así desde niño y lo sigue siendo ahora que ha encontrado en Juan Carlos Unzué a su entrenador perfecto. Al hombre que le comprende y le exige en cada sesión. El hombre que le sabe canalizar las frustraciones de las derrotas para convertirlas en energía de cara a la siguiente cita.
“Es un lujo y un placer entrenar a alguien tan predispuesto como Víctor. Nunca se cansa y siempre te pide más. Es un inconformista al que le tienes que empujar para que se vaya a la ducha. Siempre pide quedarse un rato más para seguir entrenando. Si por él fuera, nunca llegaría a comer”, explica Juan Carlos Unzué. En este sentido, Valdés es un portero que busca la perfección sin miedo a mirar al fracaso a la cara. Valdés es el primero que tras una mala actuación pide a los miembros del departamento de prensa del club salir a dar la cara ante los medios de comunicación.
Pero la cosa no es de ahora. Si alguien le conoce a fondo es Andrés Iniesta. Explica el centrocampista de Fuentealbilla que “desde niño, cuando le conocí en La Masia, siempre se entrenaba al máximo. Era uno de esos seres raros a los que les gustaba tanto el partido como el entrenamiento, será porque cuando juegas en el Barça en categorías inferiores te acostumbran a chutar poco, mientras que en los entrenamientos te chutan mucho, trabajas mucho y a éste lo que le gustaba y le sigue gustando es currar. El siempre ha tenido claro desde niño que cada entrenamiento era una oportunidad para mejorar. Su capacidad de superación es algo único y cuando alguien trabaja de esa manera, merece que las cosas le salgan bien”.
Y no se puede negar que las cosas le han ido bien a Valdés. “Para mí es uno de los mejores porteros del mundo, cada día nos da más y mejora. Es una tranquilidad tenerle a nuestro lado”, argumenta Carles Puyol, capitán del Barcelona. La progresión de Valdés es un hecho que sorprende. Pocos futbolistas en el mundo ofrecen una mejora tan palpable como la del portero barcelonista de un curso a otro. El propio interesado asegura que “no he cambiado mis entrenamientos ni hago nada especial para mejorar. No trabajo más ahora las salidas, el uno contra uno o las faltas. Siempre trato de trabajar al máximo en todos los aspectos y ser cada día mejor. Hago lo de siempre. La diferencia está en que con un año más eres un año mejor porque tienes más experiencia, el único sistema que conozco para mejorar es seguir entrenando”.
“Si vas jugando regularmente mejoras por fuerza”, prosigue. “Además de lo que consigues en los entrenamientos, está la experiencia que coges en los partidos, que es mucho más importante. La madurez es para mí el rasgo más importante que marca a un jugador, quizás el más determinante. La veteranía es algo que no se puede entrenar, que adquieres a base de tiempo y debe ser por eso que dicen que soy mejor”.
No obstante, algunas voces acreditadas de su entorno explican que algo ha cambiado en el portero barcelonista además de lo que comporta su obsesión por el trabajo. “Ha aprendido a descansar, a marcar los tiempos, a diferenciar entre momentos de ocio y momentos de esfuerzo. Guardiola le ha enseñado que es tan importante el descanso como el trabajo”, señala una de las personas con más peso dentro del vestuario barcelonista. Y otra fuente añade que Guardiola “le ha enseñado a Valdés a entender el juego. El ya quería el fútbol, pero con Guardiola ha llegado a disfrutarlo como nunca”.
Víctor, aunque algunas voces sugieran lo contrario, siempre ha sido un futbolista tremendamente disciplinado para con sus entrenadores. Cierto es que tuvo un lío con Van Gaal, pero si le preguntas a uno sobre el otro, sólo salen alabanzas. Valdés tiene al entrenador holandés, contra el que se rebotó en su día, en un pedestal; y el actual técnico del Bayern elogia el coraje de aquel chaval que un día se negó a entrenar, pero nada es comparable a la conexión que en su día se estableció entre Víctor y Rijkaard, que ha sido el técnico que más le ha marcado y con el que mejor se ha entendido. “Una mirada entre ellos bastaba para saber qué se querían decir”, coinciden en explicar varios miembros del vestuario que explican que “el hecho de que en cuanto acabara la final de la Champions en París, lo primero que hiciera Víctor fuera correr a abrazar al técnico, lo dice todo”.
Valdés es un portero que siempre ha trabajado en busca de la mejora tratando de conseguir objetivos y por eso respeta tanto a sus entrenadores y compañeros. Sabe que sin ellos su obsesión por “positivizar los momentos difíciles” sería irrealizable.
Su capacidad de trabajo viene de lejos. Gerard Piqué, recuerda que “cuando estaba en los cadetes del Barça todo el mundo hablaba de dos porteros que prometían mucho, uno era Pepe Reina y el otro, Víctor. Como era mayor que yo, no tenía mucho contacto con él, pero sí recuerdo verle actuaciones en el antiguo Barça C y me impresionó. No obstante, cuando me vi entrenando a su lado lo entendí todo. Es una máquina absoluta. No para, es insaciable y además se preocupa mucho de los rivales”. Añade Piqué que es un hecho habitual que “antes de un partido, Víctor se te acerque para pedirte opinión sobre tal o cual delantero, para que le expliques si se va por un lado o por el otro y si chuta con la derecha o con la izquierda. En eso es un pedazo de profesional”.
Si dentro del campo la obsesión de Valdés es la de mejorar día a día, fuera de él, es una persona que aspira a pasar desapercibida. Hace dos años que vive en pareja y tiene un hijo, Dylan, de 8 meses. Muchos apuntan que la paternidad le ha cambiado la vida y que le ha hecho asentarse. La pregunta es: ¿A quién no le cambia la vida el nacimiento de su primer hijo? Víctor siempre ha sido un tipo de poco salir, que le gustaban los animales, el mar y el cine. Ahora, con la recién estrenada paternidad, lo que pasa es que disfruta más de los momentos en los que se queda en su casa. De los momentos en los que es obligatorio desconectar. Para Víctor, la familia siempre ha sido muy importante. Es el segundo de tres hermanos que se llevan entre ellos cinco años. Víctor es, por tanto, el punto medio perfecto entre su hermano Ricardo y su hermano Alvaro. Sus padres, José Manuel y Águeda siguen siendo sus referentes y aquellos a los que nunca quiere exponer ante los focos.
Dicen que la primera impresión es la que cuenta, y en el caso de Valdés el dicho le ha jugado siempre en contra. Valdés es un tipo con una pinta imponente. Tatuado, alto, fuerte, con mirada fija… Impresiona, pero hasta el último que ha llegado al vestuario desmiente esta primera impresión para descubrir que “es una de las mejores personas que conozco, puede dar una imagen distante, pero es muy buen tío y muy buena persona. A mí siempre me ha ayudado”, explica Pedrito.
Pero si hay que acudir a las fuentes más fidedignas, a su amigo de infancia, hay que recurrir a Iniesta, quien reconoce que “esa pregunta me la han hecho muchas veces, pero siempre digo lo mismo. Víctor tiene una estampa impresionante… para los que no lo conocen. Es un trozo de pan, una persona magnífica y cariñosa como pocas, pero lo que pasa es que no se puede juzgar a nadie si no le conoces y a veces a Víctor le juzgan sin conocerle. Por mi parte sólo puedo decir que desde que nos conocemos, y mira que hace años, a mí no me ha pegado nunca”.
Dicen los que le conocen bien que cuando encaja un gol, además de que su equipo marque, lo que quiere Víctor es que le chuten muchas veces. Que le vuelvan a poner a prueba. Una, veinte, sesenta veces. Que le busquen más para poder demostrar su calidad, y, por encima de todo, quedarse con la conciencia tranquila. Su peor pesadilla es que le marquen un gol y no le vuelvan a chutar en todo el partido.
A los futbolistas les cuesta conciliar el sueño después de los partidos y Víctor no es una excepción. Pero si el partido no ha salido perfecto, al portero del Barça se le presenta una noche de insomnio sin remisión. En casa, sólo se dedica a repasar mentalmente una y otra vez el partido y cuenta las horas para volver al campo de entrenamiento. Es ahí donde descarga toda su tensión y donde lo da todo. Fue así desde niño y lo sigue siendo ahora que ha encontrado en Juan Carlos Unzué a su entrenador perfecto. Al hombre que le comprende y le exige en cada sesión. El hombre que le sabe canalizar las frustraciones de las derrotas para convertirlas en energía de cara a la siguiente cita.
“Es un lujo y un placer entrenar a alguien tan predispuesto como Víctor. Nunca se cansa y siempre te pide más. Es un inconformista al que le tienes que empujar para que se vaya a la ducha. Siempre pide quedarse un rato más para seguir entrenando. Si por él fuera, nunca llegaría a comer”, explica Juan Carlos Unzué. En este sentido, Valdés es un portero que busca la perfección sin miedo a mirar al fracaso a la cara. Valdés es el primero que tras una mala actuación pide a los miembros del departamento de prensa del club salir a dar la cara ante los medios de comunicación.
Pero la cosa no es de ahora. Si alguien le conoce a fondo es Andrés Iniesta. Explica el centrocampista de Fuentealbilla que “desde niño, cuando le conocí en La Masia, siempre se entrenaba al máximo. Era uno de esos seres raros a los que les gustaba tanto el partido como el entrenamiento, será porque cuando juegas en el Barça en categorías inferiores te acostumbran a chutar poco, mientras que en los entrenamientos te chutan mucho, trabajas mucho y a éste lo que le gustaba y le sigue gustando es currar. El siempre ha tenido claro desde niño que cada entrenamiento era una oportunidad para mejorar. Su capacidad de superación es algo único y cuando alguien trabaja de esa manera, merece que las cosas le salgan bien”.
Y no se puede negar que las cosas le han ido bien a Valdés. “Para mí es uno de los mejores porteros del mundo, cada día nos da más y mejora. Es una tranquilidad tenerle a nuestro lado”, argumenta Carles Puyol, capitán del Barcelona. La progresión de Valdés es un hecho que sorprende. Pocos futbolistas en el mundo ofrecen una mejora tan palpable como la del portero barcelonista de un curso a otro. El propio interesado asegura que “no he cambiado mis entrenamientos ni hago nada especial para mejorar. No trabajo más ahora las salidas, el uno contra uno o las faltas. Siempre trato de trabajar al máximo en todos los aspectos y ser cada día mejor. Hago lo de siempre. La diferencia está en que con un año más eres un año mejor porque tienes más experiencia, el único sistema que conozco para mejorar es seguir entrenando”.
“Si vas jugando regularmente mejoras por fuerza”, prosigue. “Además de lo que consigues en los entrenamientos, está la experiencia que coges en los partidos, que es mucho más importante. La madurez es para mí el rasgo más importante que marca a un jugador, quizás el más determinante. La veteranía es algo que no se puede entrenar, que adquieres a base de tiempo y debe ser por eso que dicen que soy mejor”.
No obstante, algunas voces acreditadas de su entorno explican que algo ha cambiado en el portero barcelonista además de lo que comporta su obsesión por el trabajo. “Ha aprendido a descansar, a marcar los tiempos, a diferenciar entre momentos de ocio y momentos de esfuerzo. Guardiola le ha enseñado que es tan importante el descanso como el trabajo”, señala una de las personas con más peso dentro del vestuario barcelonista. Y otra fuente añade que Guardiola “le ha enseñado a Valdés a entender el juego. El ya quería el fútbol, pero con Guardiola ha llegado a disfrutarlo como nunca”.
Víctor, aunque algunas voces sugieran lo contrario, siempre ha sido un futbolista tremendamente disciplinado para con sus entrenadores. Cierto es que tuvo un lío con Van Gaal, pero si le preguntas a uno sobre el otro, sólo salen alabanzas. Valdés tiene al entrenador holandés, contra el que se rebotó en su día, en un pedestal; y el actual técnico del Bayern elogia el coraje de aquel chaval que un día se negó a entrenar, pero nada es comparable a la conexión que en su día se estableció entre Víctor y Rijkaard, que ha sido el técnico que más le ha marcado y con el que mejor se ha entendido. “Una mirada entre ellos bastaba para saber qué se querían decir”, coinciden en explicar varios miembros del vestuario que explican que “el hecho de que en cuanto acabara la final de la Champions en París, lo primero que hiciera Víctor fuera correr a abrazar al técnico, lo dice todo”.
Valdés es un portero que siempre ha trabajado en busca de la mejora tratando de conseguir objetivos y por eso respeta tanto a sus entrenadores y compañeros. Sabe que sin ellos su obsesión por “positivizar los momentos difíciles” sería irrealizable.
Su capacidad de trabajo viene de lejos. Gerard Piqué, recuerda que “cuando estaba en los cadetes del Barça todo el mundo hablaba de dos porteros que prometían mucho, uno era Pepe Reina y el otro, Víctor. Como era mayor que yo, no tenía mucho contacto con él, pero sí recuerdo verle actuaciones en el antiguo Barça C y me impresionó. No obstante, cuando me vi entrenando a su lado lo entendí todo. Es una máquina absoluta. No para, es insaciable y además se preocupa mucho de los rivales”. Añade Piqué que es un hecho habitual que “antes de un partido, Víctor se te acerque para pedirte opinión sobre tal o cual delantero, para que le expliques si se va por un lado o por el otro y si chuta con la derecha o con la izquierda. En eso es un pedazo de profesional”.
Si dentro del campo la obsesión de Valdés es la de mejorar día a día, fuera de él, es una persona que aspira a pasar desapercibida. Hace dos años que vive en pareja y tiene un hijo, Dylan, de 8 meses. Muchos apuntan que la paternidad le ha cambiado la vida y que le ha hecho asentarse. La pregunta es: ¿A quién no le cambia la vida el nacimiento de su primer hijo? Víctor siempre ha sido un tipo de poco salir, que le gustaban los animales, el mar y el cine. Ahora, con la recién estrenada paternidad, lo que pasa es que disfruta más de los momentos en los que se queda en su casa. De los momentos en los que es obligatorio desconectar. Para Víctor, la familia siempre ha sido muy importante. Es el segundo de tres hermanos que se llevan entre ellos cinco años. Víctor es, por tanto, el punto medio perfecto entre su hermano Ricardo y su hermano Alvaro. Sus padres, José Manuel y Águeda siguen siendo sus referentes y aquellos a los que nunca quiere exponer ante los focos.
Dicen que la primera impresión es la que cuenta, y en el caso de Valdés el dicho le ha jugado siempre en contra. Valdés es un tipo con una pinta imponente. Tatuado, alto, fuerte, con mirada fija… Impresiona, pero hasta el último que ha llegado al vestuario desmiente esta primera impresión para descubrir que “es una de las mejores personas que conozco, puede dar una imagen distante, pero es muy buen tío y muy buena persona. A mí siempre me ha ayudado”, explica Pedrito.
Pero si hay que acudir a las fuentes más fidedignas, a su amigo de infancia, hay que recurrir a Iniesta, quien reconoce que “esa pregunta me la han hecho muchas veces, pero siempre digo lo mismo. Víctor tiene una estampa impresionante… para los que no lo conocen. Es un trozo de pan, una persona magnífica y cariñosa como pocas, pero lo que pasa es que no se puede juzgar a nadie si no le conoces y a veces a Víctor le juzgan sin conocerle. Por mi parte sólo puedo decir que desde que nos conocemos, y mira que hace años, a mí no me ha pegado nunca”.
Fuente: www.sport.es
BUENISIMO EL REPORTAJE, FELICIDADES SANTA!!!
ResponderEliminarUN ABRAZO AMIGO!!