Almas gemelas a la sombra de Casillas Nacidos en 1982, Pepe Reina y Víctor Valdés no alcanzaban las pelotas que se acercaban al larguero por lo pequeños que eran y ya se entrenaban juntos porque juntos crecieron. Hoy son campeones del mundo. Viéndoles hablar, se entiende la buena relación entre ambos.
Puede que no sean íntimos amigos, pero sus recuerdos están llenos de afecto y respeto.
Reina. Cuando llegué, ya estabas ahí. Me acuerdo porque tu padre tenía un Montero rojo.
Valdés. Sí. Fue en el primer entrenamiento de infantiles. Al Barça llegamos juntos, el mismo día.
R. El 28 de agosto de 1995.
V. Sí, a finales de agosto del 95. Así es. Antes, ¿no pasaste una prueba? Yo recuerdo un entrenamiento previo con Jordi Castell.
R. Sí, claro. Yo estuve unos días entrenándome, pero a ti no te conocí hasta el 28 de agosto.
V. Ese fue el primer año que compartimos equipo, el infantil A con Rojo. A mediados de temporada se puso Asensi.
R. Estaban Ruano, Creus...
V. Rial...
R. Y El Murciélago, ese que tenía unas orejas muy grandes... ¿Cómo se llamaba? Jugó en el Mérida. Zurdito...
V. ¿El pequeñito? ¿El que tenía mucho nervio? ¡Corvo!
R. Sí, Corvo...
V. ¡Es verdad! Íbamos juntos al Luis Vives. Ninguno de los dos éramos buenos estudiantes, pero tú sacabas mejores notas.
R. Yo de eso no me acuerdo. De que éramos malos estudiantes, sí.Lo que sé es que estaba Óscar Sanjuán, que estudiaba mucho.
V. Sí, le copiábamos todo... Éramos un desastre... Venía uno, que no te diré el nombre...
R. ¡Calla! Estaba en el cadete, había repetido tres veces y no aprobaba una. ¡Qué fenómeno!
R. Yo me acuerdo de que jugábamos mucho al pimpón.
V. Sí, y algún rondito... Pero estudiar... poco estudiábamos.
EL PAÍS. A los 12 años de edad, ya querían ser porteros. ¿Por qué?
V. A mi padre le gustaban los porteros y siempre hablábamos de porteros, pero, más allá del consejo, de la evidencia de que no lo hacía mal, nunca me sentí presionado para jugar de portero. Simplemente, me gustaba.
R. A mí tampoco me presionaron nunca. No fue una obligación. A mí me gustaba ser jugador, pero enseguida nos dimos cuenta de que iba a pasar mucha hambre, que mis condiciones me llamaban a ser portero. Y me parecía divertido. Mal no nos ha ido.
V. Yo me acuerdo mucho de los días que nos entrenábamos todos los porteros juntos: cadetes, juveniles..., hasta el Barça C.
R. Claro que me acuerdo. Con Ruiz, Rubén, Felip...
V. Arnau estaba ya en el B. Nos fijábamos en los mayores.
R. Sí, claro. ¡Siempre les sacábamos unos guantes! Nos cuidaban mucho. Nunca nos faltó nada en el Barcelona. Siempre teníamos la ropa limpia en el casillero. Las facilidades eran enormes.
V. Los porteros mayores se portaban muy bien con nosotros.Eso intento hacerlo siempre. No cuesta nada soltar los guantes.
R. Sí; yo, también. Cuando sube un chaval a entrenarse, siempre se lleva algo.
V. Yo es que con los chavales que quieren ser porteros siempre noto un feeling especial. No les miras igual que a otro.
R. Evidentemente, somos como un sindicato, el sindicato de porteros puro y duro. El de portero es el puesto más ingrato que hay y, como hemos pasado por eso antes, cuando vemos un chaval que quiere ser portero, irremediablemente nos acercamos a él...
V. Sin duda.
R. Y nosotros entendemos mejor que nadie lo que pasa ahí abajo. El fútbol es muy diferente si lo miras desde la portería.
V. Indudablemente. El fútbol es distinto si lo miras con ojos de portero. Normalmente, estás solo hasta para celebrar los goles.
R. La gente ve jugar al portero y se queda con lo que se queda: el fallo, una parada... Pero el portero valora muchas más cosas. Un portero aprende de otro portero. Un espectador difícilmente se fija en si das dos pasos o tres antes de ir a por un centro, por ejemplo.
V. El punto de vista no tiene nada que ver desde otro sitio del campo si lo comparas con la visión del portero. Por eso siempre digo que para hablar de porteros tienes que haber sido portero.
R. Y no te digo para ser portero del Barça. En La Masía también se forma un tipo de porteros determinado. Hay una escuela Barça también de porteros porque existe un método, una manera de trabajar. Eso hace que los porteros que hemos crecido en La Masia tengamos muchas cosas en común. Hay una manera de hacer las cosas que nos identifica. Nos preparaban para un estilo de juego. Entonces era un 3-4-3, pero la idea es la misma ahora...
V. Recuerdo que entrenarme con Castell me transmitía mucha tranquilidad y confianza. Era como un padre deportivo. Aprendía mucho. Eran los años en que si te chutan alto no llegas. Frustrante.
R. Te pasas el partido pensando: "¡Que no me tiren por arriba!". Castell fue una figura muy importante, el antecedente de lo que ha significado para mí Otxotorena o para ti Unzue, ¿no?
V. Sí. Aprendimos mucho con él. Tengo un gran recuerdo... Era la época que nos alternábamos, ¿no? En el infantil A, en el cadete... Pero tu siempre subías antes.
R. Es que yo pase del juvenil A al B. Tú fuiste al C.
V. Sí. Al primer equipo llegué después. Tú debutaste antes.
R. ¡Calla! ¡No me hables! ¡Vaya debut!
V. Debutaste con Serra Ferrer.
R. Sí, en Balaídos, contra el Celta. Estaba tan tranquilo en el banquillo y Dutruel se lesionó en un córner. ¡Así que salí con un cagazo! Un marrón que no veas. Todo fue superrápido: caliéntate tres minutos, ponte la camiseta, los guantes. Y el míster: "¡Venga, venga, Pepe! ¡Vamos!". Yo ya estaba nervioso y él aún me ponía más nervioso... Quedaba un minuto para el descanso. En el medio tiempo me quedé preparándome con Hoek, el técnico de porteros. Perdíamos por 3-1 y terminamos 3-3. No tuve tu suerte. Solo estuve dos años. ¿Tú llevas ocho?
V. Sí.
R. Muchos son. Tiene mérito.
V. Lo tuyo sí que tiene mérito. En su momento, dejar el Barça debió de ser duro y has salido adelante de manera impresionante.
R. Sí, fue duro, pero resultó ser la mejor decisión que tome en mi vida. Me dijeron que no contaban conmigo. Me salió la oportunidad del Villarreal y lo que en su momento pudo parecer un paso atrás me sirvió luego para dar dos adelante. No cambió mi carrera por nada, pero lo que aprendí en el Barça marcó mi camino. Por eso estoy tan agradecido.
V. A mí me dijo Van Gaal en la pretemporada: "Tienes una oportunidad de ganarte un sitio". Así que trabajé con Bonano y Enke (en paz esté). Me puso en Newcastle en un amistoso y después de ese partido me dijo que iba a jugar yo. Contra el Legia de Varsovia jugué mi primer partido.
R. Y descubriste que en la portería del Camp Nou hay un runrún constante, ¿verdad?
V. Sí. A ti, además, te tocó un momento muy complicado.
R. El que había, eso no lo puedes controlar. Mucha gente cree que el momento más decisivo es cuando subes al primer equipo. Es antes, por lo menos en mi caso. Pasar con 17 años de jugar con juveniles a hacerlo en Segunda B... ¡Ufff!... Fue duro.
V. Un técnico me dijo que el paso más trascendente es el de cadete a juvenil, que es donde se ve si vas a dedicarte a esto o no. ¿El primer equipo? Siempre he tenido claro que mi suerte es haber pillado una época de un equipo muy bueno. Pero tengo claro que el portero del Barça siempre será criticado haga lo que haga, el runrún ese siempre existe, para bien o para mal.
R. En aquella época llevabas el pelo largo...
V. Sí. ¡Y tú también!
R. Hombre, claro... Me he hecho la raya en medio, aquí donde me ves... Y me ponía gomina.
V. Eras muy presumido. Yo, nada. Llevaba el chándal tatuado, no me lo quitaba nunca. Tú te cuidabas mucho más.
EL PAÍS. ¿Fue entonces cuando se pelearon?
R. Nunca nos hemos peleado. Es más, el roce hace el cariño. Yo te tengo mucho cariño. Una cosa es que los dos quisiéramos jugar más minutos. Cosas de críos de 15 años. Y es que nos alternábamos en la portería dos partidos seguidos, en el infantil A y el cadete A. Luego, ya nos separaron. Pero se llegó a decir que no venías a la selección porque yo te vetaba como si pudiera decidir por el seleccionador. Es ridículo. ¡Por favor!
V. Sabes que nunca me lo creí. No recuerdo un problema contigo. Había una rivalidad en el equipo, sí, pero sin más. Pero se dijo eso de que me vetabas y peores cosas. Normalmente, con mala intención, con muy mala intención, porque la mentira es malintencionada. También sobre mi persona se creó una imagen que no tiene nada que ver con la realidad a poco que me conozcas. Además, en España hay un nivel de porteros espectacular. Siempre dije que si Del Bosque no me llamaba es porque había otros seis o siete porterazos, tan buenos o mejores que yo, en mi situación...
R. Sí. Ahora estamos nosotros y Casillas, pero es que hay muchos más. No veas lo que hay, lo que viene detrás y lo que vendrá. Mientras la escuela formativa siga funcionado así... España es un país de grandes porteros porque hay cultura de porteros y se trabaja desde la base.
V. Y va a más. Me dicen que en el fútbol base del Barça hay cuatro entrenadores de porteros. Una suerte.
R. Mientras se trabaje así la educación formativa, seguirán saliendo porteros. En España hay más cultura de porteros, entendemos mucho más, que en Inglaterra. Por eso tienen los problemas que tienen, porque no se trabaja la base. Yo creo que cada país tiene su escuela.
V. Indudablemente. Hay un tipo de portero alemán, escuela que me gusta mucho. Está la sudamericana, la italiana, la nuestra... Es por eso que tú dices, por los sistemas que se aplican en la cantera. En todas las generaciones siempre hubo un español en el grupo de los tres mejores porteros del mundo: Iribar, Arkonada, Zubi, evidentemente ahora Iker...
R. Iker es un monstruo.
V. Sí, es un monstruo. Tiene un don, pero de eso no se vive. Iker ha trabajado para estar donde está, aunque, claro, en momentos puntuales ha tenido la suerte que todos necesitamos.
R. ¿Sabes cuál es la suerte que necesita un portero? Que no le chuten. A veces preguntáis por la parada que sueña un portero. Yo sueño con que no me chuten. Esa es la mejor parada.
V. Para mí, la mejor parada es la que sirve para algo. Una gran parada tiene que ser útil.
R. ¿Sabes que te digo? Nuestra mejor parada está por llegar. Tengo otra: "Mi mejor parada son mis hijos".
V. Eso lo dicen los goleadores.
R. ¡Da igual! ¡Qué bonitos son los tópicos!
Fuente y foto: www.elpais.com